El pasado domingo 27 de octubre (lo sé, hace mucho ya, pero nadie me paga para que los posts salgan inmediatos!) decidimos aprovechar los últimos coletazos de buen tiempo para dar un paseo por esa montaña extraña que crece en el puerto de Barcelona: Montjuïc. Por eso, quedamos con Anna y Marcos en el Funicular para iniciar ahí la aventura.
El plan original era que también estuviesen Silvia y Santi, pero finalmente no pudieron. De ellos salió la idea de comer en La Caseta del Migdia, una especie de chiringuito situado detrás del Castell de Montjuic. Para llegar hasta allá desde el lugar donde te deja el Funicular tienes dos opciones: subir en el teleférico hasta el Castillo o bien subir andando. Recomendamos hacerlo andando, ya que de esta forma puedes visitar los parques que llenan la montaña y que son normalmente ignorados por los habitantes de nuestra ciudad. Insensatos todos! Me encantó descubrir la existencia de dichos parques, por cierto.
Una vez llegas al Castillo debes rodearlo para llegar a La Caseta. Sin duda vale la pena hacerlo por el lado mar, para disfrutar de las vistas que ofrece la montaña hacia el Mediterráneo, con el puerto de mercancías a sus faldas. También podréis ver la cantidad de cruceros que están ahí esperando mientras sus pasajeros se gastan el dinero en sombreros mejicanos y vestidos de faralaes en las cercanas Ramblas.
Es un paseo agradable y, si no fuera por el inusual calor que hacía ese día, bastante sencillo. Nosotros llegamos ansiando una cerveza como si fuésemos turistas que se han perdido en el desierto del Sahara. Y cuando vimos que todas las sombrillas y sillas eran de Moritz entendimos que no tardaríamos en saciar nuestra sed.
El sitio en sí no tiene mucho secreto. Mesas desperdigadas en un bosque de pinos en la ladera marítima de Montjuïc. El suelo es la propia naturaleza y la única construcción es una antigua caseta de Aguas de Barcelona (quizá es de Endesa o de Telefónica, no lo recuerdo bien, pero no cambia nada la historia, así que me quedaré con las Aguas). Nosotros nos sentamos en una mesa en primera línea, lo cual suele ser una gran elección, pero el calor de ese día nos hizo suspirar por que desapareciese el sol cuanto antes… lo cual no ocurrió hasta que ya habíamos terminado de comer. Empezamos con unas cervezas acompañadas de patatas chips y olivas. Un aperitivo de los de toda la vida.
Para comer tienes poco donde elegir, ya que sólo ofrecen un plato: carne a la brasa. Se trata de un plato con una butifarra, un cuarto de pollo, ensalada y mazorca de maíz. De postre ofrecen creps de varios tipos. En nuestro caso, Alicia optó por Nutella y yo por dulce de leche. La comida en sí podríamos decir que no pasará a la historia, pero sin duda lo que merece la pena es el sitio.
La cuenta, como podéis ver, va acorde con el sitio. Poca tecnología. Unos 25€ por cabeza, aunque hemos de contar que cayeron 3 cervezas por barba(os he dicho ya que hacía mucho calor?). Precio correcto por el plan que supone, pero quizá elevado teniendo en cuenta la calidad del producto que ofrecen.
En definitiva, es un buen sitio a tener en cuenta si le quieres dedicar un día a la montaña de Montjuïc.